Sinceramente,
a todos nos ha pasado, ese amigo especial, ese que destacaba entre los demás y
por el que no te hacían falta motivos para ayudarlo en todo lo que pudieras.
Ese amigo con el que compartías todas tus ideas, o todas tus dudas, el único que
era capaz de hacerte recapacitar y hacer que llegaras a una conclusión. El mismo
amigo que ya no está contigo, porque si hay algo que no podemos hacer es
impedir que alguien se vaya. Podemos intentar hacer que se quede, pero nunca
vamos a poder parar a alguien que ya está convencido de irse. Y seguramente tú
pensaste en que esto no iba a acabar nunca, pero todo tiene un final, un puto
punto final que a todos nos marca y que al fin y al cabo, nos hace cambiar como
personas, ya que de los errores se aprende y de todo se sale. Pero que se le va
a hacer, si los recuerdos te persiguen allí donde vayas, por mucho que intentes
huir de ellos, es imposible, solo hay dos soluciones; intentar luchar por lo
que quieres, o simplemente, aceptar que vuestro camino no volverá a unirse más.