viernes, 16 de mayo de 2014

Todos terminamos por seguir nuestro propio camino en solitario.

Sinceramente, a todos nos ha pasado, ese amigo especial, ese que destacaba entre los demás y por el que no te hacían falta motivos para ayudarlo en todo lo que pudieras. Ese amigo con el que compartías todas tus ideas, o todas tus dudas, el único que era capaz de hacerte recapacitar y hacer que llegaras a una conclusión. El mismo amigo que ya no está contigo, porque si hay algo que no podemos hacer es impedir que alguien se vaya. Podemos intentar hacer que se quede, pero nunca vamos a poder parar a alguien que ya está convencido de irse. Y seguramente tú pensaste en que esto no iba a acabar nunca, pero todo tiene un final, un puto punto final que a todos nos marca y que al fin y al cabo, nos hace cambiar como personas, ya que de los errores se aprende y de todo se sale. Pero que se le va a hacer, si los recuerdos te persiguen allí donde vayas, por mucho que intentes huir de ellos, es imposible, solo hay dos soluciones; intentar luchar por lo que quieres, o simplemente, aceptar que vuestro camino no volverá a unirse más.